Pensamiento Sistémico y Gestión del Cambio Organizacional


El pensamiento sistémico, cuyo máximo exponente desde la perspectiva del management es Peter Senge, tiene un poderoso efecto en las organizaciones al entenderlas como un sistema de relaciones y elementos interdependientes, liberándose del clásico y disfuncional enfoque lineal o unidireccional que lleva a errores e inefectividad. Es así, como las organizaciones podrían entenderse como una oficina en la cual cada uno de sus elementos, sillas, escritorio, lámparas, computador, documentos, entre otros muchos, se encuentran amarrados unos con otros, por lo que si uno mueve la silla, también se mueve la lámpara, la que a su vez mueve el computador y así sigue la historia. Este podría ser un muy claro  ejemplo de un enfoque sistémico para entender las organizaciones y el efecto del cambio en un sistema organizacional. En este mismo sentido, la quinta disciplina aporta importantes perspectivas para gestionar el cambio en las organizaciones de una manera efectiva y orgánica. 

El concepto de “palanca” que nos plantea Senge es tremendamente potente. Entendiendo que si nos abocamos a solucionar los síntomas de los problemas sólo obtendremos efectos de corto plazo, mientas que si aplicamos el principio de palanca y nos concentramos en encontrar el punto clave donde las acciones de intervención pueden conducir a mejorar significativas, obtenemos soluciones y mejoras de largo plazo. En foco en las causas y no en lo sintomático.

De igual manera, destaco un concepto que, a mi juicio, es uno de los más importantes en las organizaciones y en el proceso del liderazgo, y me refiero a generar una Visión compartida.  Pienso que la capacidad de construir una visión y luego convertirla en una visión compartida, un destino, un lugar hacia el cual llegar, es un factor crítico para el éxito de cualquier organización y la gestión efectiva de los cambios organizacionales. Ello porque impregna de sentido nuestro hacer diario, generando sinergia, inspirando y motivando el accionar de las personas. Esta constituye una de las funciones principales de un líder, el generar una visión y desarrollar  la estrategia necesaria para alcanzarla. Este es uno de los atributos que distingue a los simples managers o gerentes de los verdaderos líderes que marcan la diferencia y mueven el corazón de las personas.

Finalmente, todo esto nos lleva a la necesidad imperiosa de las empresas por convertirse en organizaciones abiertas al aprendizaje, capaces de superar las dificultades, reconocer las amenazas y enfrentar nuevos desafíos, gestionando su capital intelectual de manera efectiva. En este sentido, es muy posible que la capacidad para aprender más rápido que la competencia se convierta en una de las principales ventajas competitivas de nuestros días.

“Las dificultades de aprendizaje son dolorosas en los niños, pero son fatales en las organizaciones. Por su causa, pocas empresas viven la mitad de lo que suele vivir una persona, la mayoría muere antes de llegar a los cuarenta años.” (Peter Senge)


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