Liderazgo y Manejo de Talentos
Si existe un tema
particularmente apasionante y de un alto impacto en las organizaciones de
nuestros días, ese es el Liderazgo.
El liderazgo se ha convertido en un elemento altamente diferenciador y en un factor fundamental a la hora sustentar la efectividad organizacional.
Lo anterior se
explica, dado que los directivos están enfrentando entornos cada vez más
dinámicos y competitivos, donde las antiguas formas de hacer las cosas ya no son
efectivas. Uno de los grandes autores y pensadores contemporáneos sobre el
liderazgo, John Kotter, señala: “No se puede dirigir empresas del siglo XXI,
con estructuras del siglo XX y directivos del siglo IXX”. Esta frase refleja la
urgente necesidad de generar una transformación en el estilo de liderazgo de
nuestros ejecutivos con objeto de incrementar su aporte de valor a la
organización.
En este contexto, las
empresas necesitan más líderes que simplemente gerentes o managers. Las
organizaciones requieren líderes que se orienten, no sólo a planificar;
organizar y controlar, sino que, además, se ocupen de generar una visión; de alinear a las personas; así
como de motivar e inspirar.
Además, las empresas
son, en definitiva, las personas que en ella trabajan y, a su vez, las personas
son el reflejo de lo que son sus líderes. Por lo tanto, las prácticas
relacionadas con el liderazgo cumplen un
rol fundamental respecto de la identidad corporativa y la imagen de la empresa
frente al mercado y a sus diversos stakeholders.
En consecuencia, para
que la empresa sea capaz de sustentar su éxito en el largo plazo, no sólo debe
preocuparse de generar los mejores productos y servicios, sino que también de
desarrollar los mejores líderes. Ser una “fábrica de líderes”.
¿Cómo transformamos
una empresa en una fábrica de liderazgo? Lo primero es implementar un sistema
de gestión del talento que sea funcional. Esto implica un sistema que sea
riguroso, facilitando el tener a la persona adecuada, en el puesto adecuado, en
el momento adecuado. En definitiva, que el sistema funcione de manera efectiva
y eficiente.
Pero esto no es
suficiente, pues carece de un elemento clave, la “vitalidad”, vale decir, que el
sistema viva y esté arraigado en la cultura organizacional de la empresa. Esto
se logra fomentando el compromiso de los empleados de alto potencial. No sólo
desarrollarlos, sino que retenerlos a través del compromiso. De igual manera,
contar con el compromiso y participación de la alta dirección es fundamental
para el éxito del proceso. Y, finalmente, asegurar la responsabilidad del
proceso, entendiendo que la gestión del talento no es una responsabilidad
exclusiva de Recursos Humanos, sino que es un esfuerzo compartido entre la alta
dirección, las jefaturas, los propios empleados y RRHH, cada uno con roles
específicos.